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La consultora global McKinsey & Company presenta un reporte con las lecciones más importantes aprendidas luego de dos años de la pandemia del Covid 19. Hoy compartimos algunos de los aprendizajes recabados por la firma que nos muestran cuán preparados estamos para el presente y el futuro.

Las enfermedades infecciosas son una cuestión que afecta a toda la sociedad. Una de cada 1.300 personas vivas en 2019 ha muerto de infección por SARS-CoV-2, pero cuando miramos hacia atrás en COVID-19 en el futuro, el impacto directo en la salud puede no ser lo que más recordamos. Los efectos indirectos sobre la salud, como resultado del retraso en la atención rutinaria y preventiva, la sobrecarga de los sistemas de salud y el aumento de la carga de salud mental, pueden parecer más significativos. Los niños — especialmente los de familias de bajos ingresos– sufrieron daños significativos durante los prolongados cierres de escuelas. Además, el daño económico y la dislocación que causó la pandemia haya disminuido la calidad de vida de las personas en todo el mundo.

“Una de cada 1.300 personas vivas en 2019 ha muerto de infección por SARS-CoV-2”

La agilidad y la velocidad serán la nueva base para la diferenciación. La pandemia ha desafiado constantemente las expectativas; nuestra respuesta a ella ha evolucionado a través de múltiples capítulos a medida que se disponía de nueva información e instrumentos. La evidencia emergente –sobre temas como los beneficios del enmascaramiento, la posibilidad de una infección repetida, el riesgo de nuevas variantes, la dificultad de lograr la inmunidad del rebaño y los beneficios de los refuerzos– ha requerido cambios de política y comportamiento. Los países, las empresas y otras partes interesadas han tenido que equilibrar los beneficios de incorporar nuevas pruebas en sus planes de respuesta contra la confusión y la frustración que pueden causar los cambios frecuentes. Nuestra investigación muestra que la agilidad y las comunicaciones sólidas han permitido que algunas empresas respondan a la crisis de manera más efectiva que otras.

“La pandemia ha desafiado constantemente las expectativas; nuestra respuesta a ella ha evolucionado a través de nueva información e instrumentos.” Crédito: Unsplash

La política gubernamental importa — pero el comportamiento individual a veces importa más. Esta dinámica se desarrolló de un par de maneras, comenzando con bloqueos y mandatos de enmascaramiento a principios de 2020. Estos eran en gran parte eficaces, pero su eficacia variaba, dependiendo de la seriedad con que la gente se tomaba las reglas y las formas en que las personas se mezclaban. Más tarde ese año, cuando varios fabricantes anunciaron vacunas en un lapso de varias semanas, se dispararon las esperanzas de que los países pudieran alcanzar la inmunidad del rebaño rápidamente. Ese sueño no está a la altura de las realidades de la vacilación de la vacuna. En todo el mundo, una parte importante de la población se negó a vacunarse. Esto puede haber ayudado al SARS-CoV-2 a mutar y propagarse.

 

El trabajo nunca será el mismo. El primer año de la pandemia demostró tres cosas: nuestra antigua definición de trabajadores esenciales era inadecuada; el número y el tipo de trabajadores que necesitamos son profundamente diferentes ahora; y la mayoría de los trabajadores del conocimiento pueden hacer el trabajo desde casa. En el segundo año de la pandemia, las personas de todo el espectro de ingresos asimilaron esas lecciones. Millones de personas renunciaron — especialmente mujeres– y las personas que mantuvieron sus empleos están cuestionando las viejas suposiciones. Los empleados y los empleadores ven el mundo de manera diferente. Esa desconexión está teniendo muchos efectos. Por un lado, está agudizando una escasez de mano de obra que se estaba gestando lentamente. También está causando que los propietarios y ocupantes de bienes raíces reconsideren el papel de la oficina.

“La innovación del conocimiento de trabajar desde casa.” Crédito: Unsplash

Si volvemos a experimentar estos problemas dependerá de las inversiones e instituciones que establezcamos ahora. Además de las vidas perdidas, la pandemia actual ha costado a la economía mundial unos 16 billones de dólares. Nuestro artículo “No es la última pandemia” describe cómo las nuevas inversiones de $ 5 por persona al año a nivel mundial para la vigilancia de enfermedades, “siempre en” los sistemas de respuesta, la prevención de enfermedades, la preparación de hospitales, y la I+D puede ayudar a la comunidad mundial a responder con mayor eficacia a la próxima amenaza importante de enfermedades infecciosas. La comunidad mundial, incluidos el G7 y el G20, ha comenzado a describir la arquitectura potencial de un sistema futuro. Los países están dedicando nuevos recursos al tema. Será fundamental encontrar formas de hacer un seguimiento de la preparación y garantizar que los nuevos fondos se gasten bien. Es evidente que el mundo comprende que debe estar más preparado para la próxima crisis.